Hacia esa trama llamada futuro
¿Usted ya decidió por quién votar? Las elecciones 2006 no son un reto fácil para los mexicanos. En tres semanas se delineará el rumbo del país y muchos de los electores disertan aún entre acudir a las urnas u ofrendar su voto a uno de los múltiples candidatos que aspiran a la presidencia de México. En esta guerra de descalificaciones, más que de propuestas, ¿por quién sufragar?, ¿hacia dirigir al país? La respuesta surgirá de entre las entrañas de la razón...
Pedro Díaz G.
Nunca como hoy la política estuvo tan al alcance de todos. En el México real, el cotidiano, cada uno se ha llenado de información en los últimos meses. Cavila. Opina. Sugiere. Debate y discute. No obstante, conocer cuál es candidato ideal, descifrar la incógnita que en seis semanas fijará el rumbo de este país, no es un azar.
Hace falta acudir al análisis profundo, hurgar en sus propias entrañas; cuestionarse. Ha hecho lo propio Alfonso Noriega Ortiz, mercadólogo. Su voz ha ido de las páginas de diarios y revistas a salas y auditorios que le atienden, escuchan; observan el énfasis con el que va delineando ese México que nos espera. Son testigos de cómo define él, quien cada mes desde los últimos doce, ha ido delineando el perfil de los candidatos a la Presidencia como marcas comerciales, esa trama llamada futuro.
--Yo creo que somos pueblos que desgraciadamente hasta que no pasamos por una situación crítica difícil, aprendemos, nos solidarizamos y buscamos una solución. Desgraciadamente --y digo esto porque a diferencia de países como en Europa, que vivieron guerras, que perdieron tierras, familia, identidad, que pasaron realmente por situaciones dramáticas, son pueblos que se levantaron de la nada, Alemania, Japón...-- nosotros hemos sido pueblos, por un lado qué bueno, que no hemos tenido que padecer tan fuerte como otros; no, los de la cortina de hierro son comunidades que lo perdieron todo, todo. Y de la nada han salido adelante y hoy son economías que aprendieron a crecer y a distribuir esa riqueza entre su gente.
Interrupción obligada: pero México vive en una inercia absurda. Los problemas se resuelven, si acaso, al mismo ritmo con el que surgen. Y generalmente tras el escándalo periodístico la conclusión es, en cada caso: tenemos que legislar. ¿No hubo entonces dos siglos para legislar?, ¿no se dieron cuenta de que iba a suceder o de que estaba sucediendo?, ¿se trata entonces de reinventar a este país a cada instante?
Paseo de Tamarindos 400, Torre Arcos. Es, el edificio de "El Pantalón", en Santa Fe, uno de los símbolos más importantes de la modernidad en el México de hoy. Su estructura y su operatividad marcan la tendencia. Hacia allá debe mirar el México del Siglo XXII. Desde una de sus oficinas vierte sus conceptos Alfonso Noriega:
--Sí, yo creo que las necesidades como sociedad han ido más aprisa que nuestra capacidad de irnos dando el marco para regular nuestra actividad social. Nosotros, en la vida cotidiana como seres humanos que interactuamos en el día a día, hemos rebasado por mucho a quienes están en las instituciones y que son las que hubieran tenido la obligación de dar este encuadre o esta regulación para que nuestra actividad cotidiana no tuviera ningún problema.
Cirujano de la mercadotecnia, cada 30 días Alfonso Noriega ha realizado el análisis mercadológico de los candidatos, diseccionándolos según sus variables en el mercado comercial. Los estudia no como políticos con o sin propuesta, sino como símbolos itinerantes en la economía: como marcas. Y así los apellidos López Obrador, Calderón y Madrazo no son sino sinónimos de Tag Heuer, Escada, o Hermes, por decir algunos. En las cifras de Noriega se marca la tendencia política como lo harían los relojes Rolex, o la marca Tiger Woods.
Advierte entonces el mercadólogo, en intensa charla.
--Yo siempre lo platico y lo pongo como ejemplo: conozco a un cuate y no uno, debe haber muchos, que cruzan la frontera y ese cuate no tira basura, no se pasa el alto, no bebe a deshoras, respeta la ley. Ah, pero se cruza de este lado y hace todo lo contrario. ¡Y es el mismo cuate!... Explíquenmelo, qué, ¿para mi qué es? que realmente siente que en este país no hay un respeto a la ley, que todo es negociable, que nada está legislado y que lo que yo haga lo voy a poder medio salvar con un cochupo, con la corrupción, la impunidad, porque en México, piensan, no hay ley que no esté a mi alcance: ley que no pueda trastocar. Por ello existen los mismos chavos americanos que vienen de San Diego y se pasan a Tijuana y hacen lo que quieren en México, porque saben que del otro lado no pueden. Y lo lamentable es que muchas generaciones han crecido en la ilegalidad, en esa cultura de la ilegalidad. Han crecido viendo cómo la ilegalidad es lo que predomina en las relaciones de grupos, personas y empresas.
Uno a uno en este laboratorio en el que se ha convertido cada cerebelo tricolor, surgen las ideas, las posturas, y de ahí nacen los razonamientos. Cada experiencia cotidiana se convierte en un hábito de conducta, y así, prosigue Noriega:
--Somos una sociedad que ha crecido en la cultura de la ilegalidad en las ultimas tres o cuatro generaciones. Hoy a los jóvenes por eso les puede resultar muy fácil decir: ¡ay, pues qué tiene!, ¡oye le acabas de romper el cráneo a este cuate!, ¡casi lo matas de una atiza en el bar!.. No pasa nada. Se va a su casa después de dar cinco mil pesos al mejor indicado, que lo deja ir. Y así, mañana le pega a otro, pues finalmente ¿cuál es el problema?... Así han crecido generaciones, ¿por qué? por que lo ven en su casa, porque lo ven en la casa de enfrente o porque ven a un gobierno que no aplica una ley, en ninguno de los casos.
México, entonces, se ha convertido en un país de maleducados. Los ejemplos nefastos surgen por doquier. No hay parámetros de bondad y honestidad. Y peor aún, con las campañas sucias desde todos los frentes se percibe además a una sociedad dividida. Advierte Alfonso Noriega:
--Otro ejemplo: ¿oiga y qué le parece el señor Montiel, el dinero que tiene?, ah, pero no lo podemos tocar porque no hay una denuncia.. ¡hombre, qué buen mensaje!, ustedes lléguenle, y saquen lo que puedan y si no los denuncian pues ya la hicieron. Ese es el mensaje real. Por lo menos investíguenlo. Vamos a pensar que, de entrada, no es un ratero, vamos a darle el beneficio de la duda: no podemos afirmarlo, pero por lo menos se debe investigar. ¿Cómo se hizo de tanta lana?, y si lo justifica, pues felicidades.
--Pero además lo justificaron a las 48 horas, sin tiempo siquiera para iniciar una investigación.
--De repente el gobierno el primer mensaje que manda es: no hay denuncia, yo no tengo nada que hacer contra el señor, y entonces uno dice, pues bueno, ¿cuál es el mensaje al individuo común y corriente como yo, que vengo en el coche escuchando?
--Y lo peor es que si hay denuncia también existe la forma de darle vuelta
--Llegó un momento en el que, creo, eso al final como sociedad nos lleva a un hartazgo. Sí, hay un hartazgo: la gente no cree en los políticos, no cree en la política, ni en los partidos, ocho de diez por lo menos te dicen, yo no creo en los partidos políticos, ni en los políticos. Y las últimas encuestas indican que es más del 50 por ciento de la gente la que esta indiferente a lo que sea la política. "Ya no quiero saber nada, dicen. ¿Por qué? ¿por qué no se cree en la política? En primera, por que la legislación está hecha por los partidos para beneficio de los partidos, con mi dinero. Los senadores y los diputados cobran con nuestros impuestos, las prerrogativas salen de nuestros impuestos, ellos dicen ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, se la dividen, se la regatean, se la pasan, se la llevan, disfrutan y se dan la vida maravillosa.
No hace casi pausas al hablar Alfonso Noriega. Es vehemente en su discurso. Acaso una ligera interrupción del reportero:
--A todas luces injusto.
--...Y a nosotros como población ni nos la presentan, ni al final. Pero nosotros también tenemos culpa como sociedad por que no hemos exigido que ellos realmente representen nuestros intereses. Y vamos a lo más elemental: desde un diputado de distrito, ¿qué voto vas a llevar allá?, para un IVA, a favor o en contra de ese IVA. A ver, debíamos decirle, ven y llévate lo que nosotros como gente queremos que digas, si queremos el IVA o no lo queremos. Pero no. La bancada dice cómo, el coordinador dice tal y a la sociedad ahí después les informamos: “Miren lo hicimos por ustedes que no les apliquen el IVA”, es un juego maquiavélico, medio raro y de muchos intereses, de muchos intereses...
--¿Qué hacer?
--Yo sí creo que como población también estamos en deuda, como sociedad civil no hemos sido una sociedad exigente, hemos sido una sociedad permisiva y hoy estamos pagando nuestros platos rotos. Ahora, no por eso quiere decir que si ya lo fuimos 100 o 200 años, vamos a seguirlo siendo, me parece que antes de que lleguemos a esa explosividad o a esa perdida de paz social o violencia que nadie quiere, por que se pierde todo, debemos de estar consientes de algo y decir: aquí estamos con nuestra familia y queremos crecer y desarrollarnos en él. Todos, creo, estamos consientes
--¿Qué está mal en este país?
--Estamos en 70 mil millones de dólares en las reservas y hay gente que no tiene chamba desde hace seis meses o más, dice uno, bueno a ver, algo no estamos haciendo bien, no hay un estado promotor para que la gente tenga más y mejores empleos y que se ponga de acuerdo con el sector empresarial o con ciertos sectores de la economía para impulsar y generar más empleos y que la gente tenga un ingreso, una vida digna.
--Y la gente común, qué hace. ¿Lo nota?
--Yo creo que muchos en la publicidad estamos consientes de ello, pero hay quien a lo mejor no se alcanza a dar cuenta porque es gente que está metida en su día a día. Su premisa es cómo soluciona sacar sus 100 pesos diarios para lo que necesita en sus cosas vitales. No le da tiempo ni de pensar en otra cosa más que en el hoy cómo saco lo de la semana, o el día o el mes y está en su empleo y está haciendo algo que no le gusta y lo hace de mala gana.
--O sea, es un circulo vicioso...
--Es como una bola de nieve que se ha hecho muy grande, pero al final yo creo que todos tenemos un nivel de conciencia: sabemos que la política está en deuda con la sociedad, y lo peor es que sabemos que nosotros como sociedad estamos en deuda con nosotros mismos, no hemos sabido asumir nuestro rol, ser mucho más demandantes y dejar de ser tan permisivos. Ya nos robaron, nos van a volver a robar, ¿a quien le importa, ya?
--Qué hacer ante este lóbrego panorama. ¿Es una sumisión total?
---Nooo, al final nosotros somos los que ponemos y quitamos un gobernante con un voto y yo creo que somos nosotros como sociedad los que tenemos que aprender a ser mucho más demandantes, para que los gobiernos realmente cumplan para lo que están, los señores tienen que legislar, mejores leyes ¿para qué?, para que tengamos una mejor convivencia, un mayor desarrollo. No poner obstáculos. Si las empresas en México se desarrollan mejor van a generar más y mejores empleos. Si yo como estado que tengo algunos bienes y servicios que le proveo a la industria privada, le doy mejores precios, o soy más eficiente y puedo hacer mejores precios para que mi industria, mis empresas en México sean más competitivas allá afuera, no estoy obligado a tener que hacerle evaluaciones para ser competitivos, estoy haciendo mi chamba, estoy siendo un estado promotor de empresas que fomenten empleo, que le den capacitación a la gente; le doy estímulos fiscales...
Un futuro promisorio. O un peligro para México. O el caos y el retiro de los grandes capitales; o la conformación de un estado que de verdad funciones. Hacia dónde camina, a pasos aletargados, este país que nos tocó vivir.
--Hay una serie de cosas que hoy no se hacen, que no se han integrado dentro de la complejidad de un estado. Creo que tenemos un estado gordo, ineficiente, que debería ser mucho más delgado, más vertical, mucho más enfocado a los grandes aspectos que este país necesita: el desarrollo en su economía, por ejemplo. No puede ser que estemos creciendo al tres o al 4 por ciento, si existen países que hoy están en nueve, en once...
--¡Y México tiene esas mismas posibilidades de crecer?
--Claro. Primero, porque tiene el privilegio del mercado más grande del mundo, lo tiene al lado, ¡al lado!, no lo tengo pasando el océano, no. Lo tengo pasando la frontera, entonces, eso es lo importante. Porque si bien, hemos tratado: firmamos tratados de libre comercio con quien se nos pone enfrente, no le sacamos el provecho ni el beneficio. ¿Cómo voy a sacarle beneficio?, si tengo empresas aquí con impuestos, las tengo con luz cara, con gas caro, con combustible caro... Cómo quiero que sean competitivos y salgan y expandan sus mercados.
Alfonso Noriega ha querido traducir al México de hoy con parámetros que utiliza en su diario trajinar. Ha transformado a los candidatos en marcas comerciales que arrojan cifras interesantes. Narra:
--Ahorita tengo tres candidatos principales, quitándole la nata política y el membrete de partido, los tengo que ver como personas, como una “marca personal”. Qué atributos tiene cada uno y empezar a ver cuál es el posicionamiento que empieza a tomar esa marca personal frente a un electorado, que en este caso serían los posibles consumidores. Lo que hemos venido diciendo es que las tres grandes marcas, una que es López Obrador, tiene como principal bandera, argumento de venta, la justicia social; Felipe Calderón te dice valores y futuro; y Madrazo te vende unidad de progreso.
--¿Hacia dónde dirigir, entonces, esa preferencia electoral?
--Hoy cuál es el gran tema para la sociedad, qué es lo que la sociedad demanda en primera instancia. Yo creo que seguridad y empleo son los dos grandes temas. Cómo voy a lograr en mi mensaje y en mi campaña, decirte que yo soy la persona que te va a dar esa tranquilidad, la seguridad. Cuando yo pienso en seguridad te digo: quiero tranquilidad para mi y los míos, que no me toquen, que no me pase nada en mi integridad, ni en mis bienes ni en nada; qué pido con un empleo, una opción de desarrollarme. El que logre transmitir eso a la gente me parece que es el que puede empezar a despuntar.
--Gran tarea esta para los candidatos...
--Cómo te toco la fibra del corazón, cómo te digo que voy a morirme en la raya para que a ti y a tu familia no los toquen, que tengas derecho a tener una vida digna sin que te destruyan tu vida personal y familiar. Cómo cambiar el tono del discurso. Cómo te digo que entiendo que has perdido hasta la dignidad frente a tu familia por no tener el ingreso y poderles ver de frente a tus hijos para pagarles lo más elemental y que quiero que la recuperes, ¿de que te estoy hablando? , te estoy hablando de que quiero, que tú te sientas al menos de mi parte. Cómo te digo que ya te entendí, porque la seguridad implica muchas cosas, los secuestros de los grandes empresarios, el robo por 250 pesos en un microbús, el que estén abusando sexualmente de mi hija, en colonias populares por falta de luz. Si a mi hija van tres veces que la abusan y yo como padre me siento impotente porque no sé ni quiénes y la policía no hace nada porque está en contubernio con ellos, eso es denigrante, porque me estás atacando en lo más elemental. Y la seguridad también implica, que no me roben mi casa, que no me roben el coche, que no mañana me saquen de mi casa y que no tenga yo un marco jurídico que me proteja.
--¿Cómo debe ser ese mensaje de los políticos?
--Convincente: a ti no te va a pasar nada, no te van a tocar, no van a resquebrajarte, no te van a romper la vida, ni a tu familia ni a ti. Pero este tono en el discurso no lo utilizan porque los políticos siguen haciendo política como hace 20 años: a mi no me va a temblar la mano, no, pues si no tienes Parkinson, wey, si ya sabemos; a mi no me va a faltar el valor para... , sí, yo creo que el lenguaje tiene que ser diferente para comunicarme con una sociedad que evolucionó más rápido que la forma de hacer política.
Noriega resume una intensa charla, en la que los temas van y viene, y los ejemplos se tornan infinitos:
--Los que hoy estos candidatos deberían estar planteándose cómo llegar a esa gente donde hoy más de uno de cada dos es indiferente, no voltea, no voltea... Cómo lo hago voltear, cómo. Vamos a hablarlo más coloquial: la sociedad mexicana está dispuesta y está abierta a que le tires la neta del planeta; vamos a tirarnos las netas, así, así. Yo prefiero que lo bajes a ese nivel y ver a alguien como yo, porque al final tú eres el que nos va a representar y quiero verte como alguien de mi familia que entiende mi bronca y que entiende la de mi papá que es pensionado. En fin, estimo que el candidato que hoy fije eso en la contienda es el que puede empezar a despegarse de los otros. Tienen que ofrecer un marco y una protección y una garantía de mis derechos y punto.
Termina la charla. Muchos más temas se tratarán en esta tarde desde Paseo de Tamarindos, la Torre Arcos, “El Pantalón”, símbolo del México que todos quisieran.
En tres semanas llegará la hora del sufragio.
El rumbo del país está en juego.
La gente en el México cotidiano cavila, opina, sugiere. Debate y discute. Pero aún muchos no atinan hacia dónde dirigirá su voto. Ya se acerca el dos de julio, ese día en que las entrañas de la razón nos proporcionarán la respuesta que delineará a esa trama llamada futuro.
Mayo, 2005
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