Saturday, July 29, 2006

El síndrome de la inconsistencia



Hay días en que la razón se ausenta. Y los días postelectorales, en México, son de esos. Cuántas inconsistencias, cuántas contradicciones, cuántos absurdos en las declaraciones de los actores políticos que se disputan la Presidencia. Quienes ayer defendían la “resistencia civil” hoy la condenan llamándola violencia. Quienes decían que respetarían los resultados del 2 de julio no saben ahora cómo explicar sus llamados a movilizarse contra “el fraude”. Quienes dicen respetar la legalidad no hay día en que no se declaren ganadores, sin esperar a la revisión final que deberá hacer el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. No cabe duda, hay días en que el síndrome de la inconsistencia se apodera de todo.


Pedro Díaz G.


Las inconsistencias de Andrés Manuel


El 28 de junio, en una de sus últimas declaraciones previas a la elección, Andrés Manuel López Obrador hablaba de la construcción de un nuevo país:
“Voy a convocar a representantes de empresarios, de las iglesias, de la sociedad civil; de indígenas, campesinos, obreros, profesionales e intelectuales, para construir un nuevo pacto nacional. No vamos a actuar de manera irresponsable. (...) Vamos a actuar con responsabilidad y sensatez”.
El 2 de julio el discurso cambió. La misma noche de las elecciones se proclamó triunfador basado en una encuesta de Covarrubias y Asociados. Decía tener datos para afirmar que había ganado por “al menos 500 mil votos”, pero luego se sabría que el PRD nunca tuvo representantes en casi 45 mil casillas.
“Queremos informar al pueblo de México que, de acuerdo con nuestros datos, ganamos la Presidencia de la República. Exigimos al IFE que respete los resultados. Creo que este resultado es irreversible, creo que triunfamos”.
En un lenguaje de jefe de Estado propuso tender lazos con sus adversarios:
“Quiero extender mi mano franca para los que considero mis adversarios. Nunca los he visto como enemigos. Voy a establecer con ellos comunicación cuando sea pertinente”.
La madrugada del 3 de julio, López Obrador hizo la primera descalificación. Sin todas las actas en la mano, habló de fraude cibernético al conocer los resultados del PREP. Y horas después dijo haber descubierto que casi tres millones de votos estaban desaparecidos.
“Se ignora el destino de tres millones de votos en las sumas del PREP; dicho programa no sólo fue manipulado, sino que ha estado dando brincos en los resultados que presentó”.
Verdad a medias: sí les habían dicho que habría un archivo de actas con inconsistencias, pero el IFE nunca proporcionó la ubicación computarizada a este archivo. Las versiones de un “fraude cibernético” crecían.
“Intentan falsear los resultados; los conteos del instituto no son confiables. El objetivo no es lograr la anulación de la elección, sino obligar a que se cuente voto por voto y casilla por casilla”.
Sabedor de que los resultados no le eran favorables por estrecho margen, López Obrador decía “no descalificar” el proceso, pero al mismo tiempo hablaba ya de “fraude”.
“No quiero yo descalificar a ninguna institución… lo que quiero es que se limpie el proceso, que se abran los paquetes, que se cuenten las boletas y que se respeten los resultados. Pero no hay duda de que hubo manipulación del PREP”.
López Obrador hablaba de fraude, pero aún no tenía todas las actas en su poder para el 6 de julio. Aun así, retó:
“Impugnaremos los comicios. No puedo aceptar los resultados porque hay muchas irregularidades, por decirlo suave... muchas inconsistencias”.
Y de sus adversarios, a quienes días antes consideraba no eran sus enemigos, se convertían ahora en provocadores e irresponsables:
“Es una provocación que no hayan permitido el conteo voto por voto; hubo consigna para evitar la contabilidad voto por voto en el IFE. Estoy preocupado por la irresponsabilidad con la que están actuando mis adversarios del gobierno. No beneficia a Calderón que los medios le hagan apología y caravanas”.
Y aunque antes de los comicios dijo que “respetaría” los resultados del IFE, convocaba a su primera “asamblea informativa” para el 8 de julio en el Zócalo, con la exigencia del conteo “voto por voto”. Ese día, e interpretando la ley a su manera, dijo:
“La ley en México establece que cuando una revisión puede ser determinante para cambiar el resultado, procede el recuento de votos y en defensa del voto se llevará a cabo un plan de acción con la gente, que reclama el conteo de todos los votos para que quede claro y de esa forma haya estabilidad en el país”.
Enseguida volvió a afirmar que contaba con pruebas del fraude, pero sin que hasta ese momento hubieran presentado alguna de ellas públicamente. Solo presunciones, sospechas.
“Tenemos pruebas fehacientes... por eso impugnaremos la elección ante el Tribunal Electoral. Y en su momento acudiremos a la Suprema Corte”.
Para el 12 de julio ya no habría concesiones: “Los consejeros electorales del IFE y su presidente, Luis Carlos Ugalde, han actuado como delincuentes, nuestro cuerpo jurídico analiza proceder legalmente en su contra”.
Pero seguía sin presentar prueba alguna. Incluso, acusaría a representantes de su propio partido de haberse dejado sobornar. Acusación que después no sabría cómo explicar.
Y entonces alertó sobre la apertura de paquetes:
“Siguen abriendo paquetes electorales en los comités distritales y esto es muy grave porque es una violación flagrante a la ley. El IFE está actuando de manera ilegal, con mucha desesperación”.
A partir de ese momento, lo que inicialmente era una exigencia de que se cuenten los votos para saber quién ganó se transformó en un discurso donde afirmaba ya que él había ganado.
“Nosotros triunfamos en la elección del 2 de julio y (por eso) no quieren que se abran los paquetes electorales, quieren modificar resultados…”
Del “fraude cibernético” original, López Obrador pasó a hablar de un “fraude a la antigüita”.
“Tuvieron que meterse al fraude de los años ochenta (...) La falsificación de actas, el relleno de urnas y todo eso que aparentemente ya estaba superado. Llama mucho la atención que estén violando paquetes electorales después del cómputo distrital, porque esto significa que pueden estar introduciendo boletas o arreglando los paquetes, porque si el Tribunal resuelve contar voto por voto, van a tener planchada la elección”.
De vuelta en el Zócalo, el domingo 16 de julio, dijo: “El recuento voto por voto de la elección presidencial es necesario para la estabilidad política, económica y financiera del país; para contribuir a la paz social y para alejar la confrontación irracional. Que Calderón piense muy bien que la mancha de una elección fraudulenta no se borra ni con todas las aguas de los océanos. No es válido que nuestros adversarios se refugien en argumentos legaloides, de falta de tiempo o de carácter técnico, para negarse a abrir los paquetes electorales, cuando lo que está en juego es la democracia y la estabilidad política del país”.
Y un día después confirmó con Carmen Aristegui que el fraude había envejecido: “Fue a la antigüita”.
“Se cometió un fraude a la antigüita, no cibernético. Se habló mucho del fraude cibernético (dijo, como si no hubiera sido él quien habló en esos términos), todo mundo pensaba que el fraude lo habían hecho en las máquinas, (...) en los primeros días había esa idea de que era informático. No está ahí el fraude, hallamos que está en los papeles, que es un fraude a la antigüita. La verdad es que estábamos pensando que era un fraude moderno, cibernético, pero no.
“La información que tenemos es que se tomaron las casillas al estilo antiguo y se dieron estas falsificaciones. Que se disipen todas las dudas y resolvamos hacer el recuento de los votos para darle fortaleza al proceso electoral y hacer a un lado la posibilidad de inestabilidad política y social”.
Cuando Aristegui le preguntó sobre las acciones que tomaría si el Tribunal contaba voto por voto y resultaba que Calderón había ganado, pareció no encontrar más explicaciones. Dijo que aunque el conteo favoreciera a Calderón, para él seguiría siendo un presidente “espurio”.
“Si el conteo uno a uno de los sufragios me es adverso, ya no podría seguir movilizando a la gente, pero tampoco reconocería a Calderón”.
No obstante, días después, en entrevista con López Dóriga, diría que aunque hubiera conteo de votos y no resultara ganador, seguiría en la lucha “hasta donde la gente diga…” Finalmente, la tercera semana después del 2 de julio cerraría con una declaración de López Obrador en la que afirmaría que el “fraude” fue de todos tipos: “a la antigüita y cibernético” y con errores aritméticos en por lo menos 72 mil casillas.

Entre las leyendas favoritas del PRD está la de 1988, la caída del sistema, el fraude. Esa misma fábula dice que Manuel Bartlett fue el responsable, pues entonces era el secretario de Gobernación y las elecciones las regulaba ésta.
El martes 18 de julio de 2006, 18 años después de forjada la historia de Bartlett, Andrés Manuel López Obrador lo exoneró en una entrevista con Carlos Loret de Mola:
“No sé si tuvo algo qué ver, no me consta y no voy a decir algo que no me consta”, le dijo a Loret.
Y una cosa parecida dijo sobre Manuel Camacho Solís:
“Él trabajó con Salinas, pero no me consta que haya cometido fraude, él estuvo en cosas políticas… Además, él ya lo aclaró”.
Se le olvidó a López Obrador que en su libro, Tabasco: crónica de un fraude, sí acusa de mapache electoral a Camacho Solís.


Las inconsistencias de
Felipe Calderón


2 de julio: Apenas terminadas las elecciones, Calderón dijo que respetaría la decisión del IFE de no declarar ganador a ningún candidato, pero de inmediato se autoproclamó triunfador.
“Respetaré la decisión del IFE de no declarar ningún triunfador... Hemos ganado la elección presidencial en una contienda cerrada… Es tiempo de iniciar una nueva etapa de conciliación nacional, para lograrlo, a partir de mañana dedicaré todo mi esfuerzo, llamo a la conciliación a todos los mexicanos”.
3 de julio: Un día después, Calderón comenzaría a propalar presuntos avales de su triunfo.
“La decisión de Madrazo (de avalar los resultados) es un gesto democrático, le reitero mis respetos”.
4 de julio: Y ya para el tercer día, el panista anunciaba acciones como Presidente electo.
“Mantendré contactos con priistas. Ya me felicitaron, entre ellos Gordillo. Mi equipo ya empezó a tener trato con los actores políticos; insto al PRD a sumarse al diálogo… He dado instrucciones a mi equipo para que establezcan contacto y relación con todos los actores políticos sin excepción, incluido el propio perredismo”.
5 de julio: Desde el mismo día del cómputo distrital, Calderón comenzaría a descalificar el llamado a las movilizaciones, olvidando que el partido político que en México creó la llamada “resistencia civil” fue el suyo.
“El PAN también podría hacerlo (llamar a la movilización de las masas) pero no lo hará porque es un partido pacífico”.
6 de julio: Hecho el cómputo distrital y ya con la declaración del IFE de que quien había sacado más votos era él, pero aún sin que el Tribunal Federal Electoral hubiera hecho ya la declaratoria de presidente electo que marca la ley, Calderón siguió declarando como si lo fuera.
“Desde hoy convoco a todos a que, con generosidad y patriotismo, logremos la integración de un gobierno de unidad nacional… Iniciaré a la brevedad posible el diálogo con todas las fuerzas políticas, con el propósito de definir un programa de gobierno común, que responda al interés de la mayoría de los mexicanos.
Ese mismo día, y luego de seis meses de calificarlo como “un peligro para México”, Calderón dijo de López Obrador:
“Y con Andrés Manuel López Obrador no sólo reitero mi respeto, sino comparto su anhelo de justicia y reitero mi compromiso de trabajar sin descanso por lograr la igualdad de oportunidades que permita superar la pobreza”.
11 de julio: En esta fecha, y sin que el Trife hubiera calificado los comicios, Calderón se mantiene en la tónica de declarar como presidente electo y anuncia acciones para su toma de posesión: nombró a Juan Camilo Mouriño coordinador de su equipo de transición y a Josefina Vázquez Mota, enlace con otras fuerzas políticas.
Calderón marca su posición en torno al Trife: se dice respetuoso de las decisiones que tomen los magistrados, pero les advierte que, por ley, no pueden abrir todos los paquetes para contar todos los votos.
“Acataré la decisión del Tribunal Electoral, incluso si ordena el recuento de hasta 50 mil casillas. Respetaré lo que diga el Tribunal”.
12 de julio: En su descalificación a las movilizaciones perredistas, Calderón echa al olvido otras movilizaciones históricas del PAN como las de Clouthier en 1988; Luis H. Álvarez, en Chihuahua; la de Fox contra el fraude electoral en Guanajuato en 1991; e incluso la que Calderón encabezó como dirigente nacional del PAN por el municipio poblano de Huejotzingo.
“Me parece que el camino de refrendar una elección no se da en las calles, sino en la ley y en las instituciones. Nosotros no vamos a elevar la tensión política movilizando a nuestra gente”.
14 de julio: Y aunque la ley da a los magistrados del Trife la facultad de decidir sobre el conteo de votos, Calderón descalifica cualquier posibilidad de que así sea.
“Un recuento de todos los votos no es necesario bajo la ley electoral”.
16 de julio: Dice no temer a que se cuenten casillas, pero se mantiene en su rechazo a que se cuenten todos los votos.
“No tengo ningún temor de que el tribunal electoral decida recontar casillas, si considera que hay fundamento legal y motivos suficientes”.
Y aunque previamente había rechazado cualquier tipo de manifestación pública en torno a los comicios, Calderón hace este día un llamado a los seguidores del PAN para que se manifiesten públicamente.
“Invito a mis seguidores a que se expresen con el uso de una pulsera blanca, azul o tricolor, con la leyenda: México quiere vivir en paz”.
17 de julio: Conforme pasan los días, Calderón endurece su posición y este día “exige” que se respete lo que considera su triunfo.
“No aceptaré chantajes ni amenazas. Queremos que se respete la voluntad popular. Los ciudadanos ya votaron y ya decidieron… y como en los tiempos de lucha que libramos los aquí presentes frente al autoritarismo, exigimos pleno respeto al voto de los mexicanos”.
18 de julio: Calderón sigue reuniéndose con líderes y dirigentes de distintos sectores. Este día sostiene un encuentro con el líder del Congreso del Trabajo, Víctor Flores, a quien el propio PAN ha señalado como “porro” y “escoria” del sindicalismo en México.

Felipe Calderón busca legitimidad urgente. Y para ello ha desfilado con gente de leyendas negras:
1) Elba Esther Gordillo fue la primera. No fue sorpresa: prácticamente ha trabajado a favor del PAN por su amistad con Vicente Fox y Marta Sahagún. De hecho, cosa que ella ya ha reconocido, el 2 de julio telefoneó a gobernadores priistas para que le consiguieran votos a Calderón y se olvidaran del PRI. Muchos de estos mandatarios fueron los mismos que avalaron en una carta el presunto triunfo del panista.
2) Víctor Flores, presidente del Congreso del Trabajo y líder de los extintos ferrocarrileros. Desde el 4 de julio reconoció a Calderón. El martes pasado, el panista le agradeció el gesto y visitó al dirigente.
3) Gastón Sáenz. Dijo ser coordinador de asesores de la dirigencia del Sindicato Mexicano de Electricistas. Le echó porras. Lo reconoció como presidente electo. Pero resulta que el tal Gastón es un jubilado del SME, sin cargo alguno en la dirigencia.




Eme-equis, número 25, Julio, 2006

Sunday, July 16, 2006

10 Retratos 10


¿Cómo es la vida familiar en las ciudades mexicanas de hoy? El reportero pasa a velocidad de metralleta por diez hogares y logra pintar un fresco que de tan aterrador, termina resultando estimulante.

Pedro Díaz G.


I. El tío Raúl siempre fue el más estricto en la familia.
Y también el más respetado.
Bastaba con que alguno de los parientes tuviera problemas con la educación de sus hijos para que, con un simple telefonazo, el tío Raúl pusiera en orden al hijo que ya no quería ir a la escuela.
Otra característica tuvo el tío, nacido, como sus ocho hermanos, en la provincia mexicana: su amor por la familia. Pero los avatares del destino los llevarían a casi todos a emigrar a la ciudad.
Y la familia, que entonces giraba únicamente alrededor de sus ancianos, se disgregó.
Cuando una de sus hermanas murió joven y dejó huérfanos a cinco de sus hijos, el tío Raúl tuvo la solución: cada uno de los hermanos se haría cargo de un niño.
Pasó el tiempo y los negocios del tío lo hicieron, además, un tiunfador. Siempre comentaba: los éxitos sólo se alcanzan con la unidad de la familia.
Por eso, cuando sus dos hijos crecieron, aquel pequeño que había adoptado casi dos décadas antes, tenía ya asegurado su futuro: una casa y un negocio fue el regalo de bodas.
Pero con el paso de los años el concepto de familia que tanto cuidaba el tío, se extinguía. Se le ocurrió entonces crear una tradición: cada 22 de octubre, en su casa, se reuniría "la parentela".
Y entonces cada año, desde hace casi diez, unas 300 personas se reúnen en el amplio jardín de la casa del tío, alrededor de una orquesta, con las mesas repletas de comida elaborada por cada familia y hacen un intento por conocerse.
Desde el micrófono, el tío da indicaciones: "Y ahora pase al frente toda la familia de la prima Sara...".
Y al frente pasan 30, 35 personas entre hijos, yernos, nietos, primos, primas, hermanas, y uno que otro colado.
Ante el sabor de la aromática barbacoa se cumple un rito.
El rito que el tío sintetiza así:
--Estamos aquí reunidos, m'ijo, porque la familia debe de ser lo más sagrado en el mundo. ¿Si no nos defendemos de la vida entre nosotros, quién nos va a defender?

II. En casa de los Bobadilla siempre hay gente.
Viven en la colonia Del Valle y un pequeño edificio de cuatro pisos es su patrimonio después de muchos años de trabajo.
Cada departamento ha sido asignado a uno de los hijos y este espacio se ha convertido en el sitio ideal para convivir con los amigos. Es como una fortaleza en donde todos se sienten seguros.
Todos los días hay visitas en la casa.
Y la armonía es tal que aquí han llegado a vivir amigos de los hijos, de los padres, e incluso amigos de los amigos.
Como cuando en una ocasión un amigo llegó acompañado:
--Doña, ¿qué cree?, me encontré en el Metro a este compañero. Es salvadoreño, está exiliado y vino huyendo de su país porque dice que allá lo quieren matar. ¿Cómo ve?
Y la respuesta fue, primero, una deliciosa comida compartida en la larga mesa de doce sillas --aunque los Bobadilla sólo son cinco-- y después una muestra más de su hospitalidad:
--Quédate aquí, hombre, no te apures.
El exilio puede durar meses sin que un solo signo de molestia se refleje en el rostro de quienes ya están acostumbrados a tener a alguien en casa.
Y así, por temporadas han desfilado por esas paredes poetas, escritores, pintores, vagos, comerciantes y todo tipo de gente.
Las visitas también son familia en esta casa en la que el mismo trato se da a quienes atienden los negocios del padre que a aquel personaje que ayuda en todo lo necesario para que el edificio funcione bien: o sea, repara, lava, acomoda y siempre está pendiente de alguna falla.
Las visitas son una institución familiar.
Han ocurrido, como en las mejores familias, situaciones que llevarían a la desintegración a otras: esos fantasmas que, advierten los sociólogos, son factores que acabarían con el vínculo familiar.
Cada día puede aparecer un nuevo personaje que, sin duda, se sentirá como en familia.

III. Papá ha vuelto a pegarle a mamá.
Ya no lo aguantamos. Pero mamá, paradójicamente, cada día lo quiere más.
Blanca, mi hermana, me ha contado que quiere matar a papá. Tomás, mi hermano, también.
Una vez se pelearon en una fiesta. El saldo: cuatro ojos morados, una mamá llorando y dos hijas tristes, sin ganas de hacer nada. Ni siquiera de salir a la calle por temor a que los vecinos nos señalaran.
Papá trabaja en una compañía electrónica. Y ese trabajo ha sido, desde que tengo uso de razón, un problema. Papá tiene que salir a provincia y eso mamá no lo soporta.
Cuando papá no está en casa --a veces por borracho--, mamá no come ni duerme. Yo le preguntó que por qué diablos es así. Y sólo me responde: "Mira, Eri, tengo miedo a quedarme sola. Y ustedes, tan chicos... Qué pasaría...".
Regresar del colegio nos incomoda: mamá tiene hinchados sus párpados de tanto llorar: le pegó papá.
Y aunque vivimos con la familia de mamá, nadie se mete en sus problemas. Una vez el abuelo se interpuso. No lo hubiera hecho: papá le rompió un brazo.
¿Qué será de nuestro futuro?
Papá ya no le pega a mamá, pero mamá quiere divorciarse de él.
Nosotros la apoyamos. Pero, curioso, en estos días se van de segunda luna de miel.
Creo que papá se dio cuenta de que muchos muchachos cortejaban a mamá cuando ella se iba a trabajar. Y ahora ya no trabaja ni sale de casa. Pero papá sigue con sus viajes y sus borracheras; mis hermanos con sus ideales: matar a papá. Y yo, aunque lo quiero mucho, prefiero que se vaya de casa a seguir soportando los traumas de una familia enfermiza. Por eso no me voy a casar. Creo que me puede suceder lo mismo.
Aunque papá ya no le pega, mamá lo evita. Casi no se hablan. Mis hermanos apenas y lo saludan. Yo aún lo beso en la mejilla.
Papá dice que hay que salvar a la familia, pero cuando hace sus estupideces, como golpearnos, se mete a su cuarto, no le habla a nadie, no come y sólo mira televisión; ¡ah!, y en la madrugada se sale y se va gritando que nosotros no lo queremos. ¿Tú crees que salvemos a mi familia?

IV. "Un día hubo una fiesta...", así comenzó la historia el tío Domingo. "Allí se conocieron los abuelos, y gracias a esa fiesta es que todos estamos aquí reunidos...", y se fue, trastabillando de borracho, a dormir.
Aquí, en un terreno de Mixcoac, se han construido varias casas con servicios comunes. Viven casi 30 familiares y pequeños núcleos se han formado.
A la familia la sostiene una férrea figura: la de la abuela cuya edad marcha de la mano con el siglo. Y el día de su cumpleaños todos festejan alrededor del pilar que dio vida a la familia.
¿Qué festejan?
La unión familiar que, estrictamente, sólo se da durante el tiempo en que dure la fiesta. Porque fuera de esos momentos, la vida es un infierno: los pequeños grupos discuten, compiten y pelean entre ellos mismos. Sólo se dirigen la palabra cuando hay que pagar el gas, el agua o cuando algo afecta a la vivienda común.
En una ocasión el juez de la delegación tuvo que escuchar la cantaleta de una de las tías que acusaba a su sobrina: "Me dijo pendeja cuando salía del baño... quiero que la metan a la cárcel".
--Está bien, la vamos a multar --le dijo. Y cuando la mujer salió del juzgado de lo familiar, el juez comentó a la demandada: "No te preocupes, creo que tu tía está loca. Ya vete a tu casa".
Y sí, así le dicen todos a esa tía: la Loca. A otra le dicen la Chueca porque cuando se embarazó, para que nadie se diera cuenta anduvo fajada y, tras nueve meses de martirio la cadera se le fue de lado.
Los plietos han originado, eso sí, que cada nucleo familiar busque la forma de defenderse de aquellos con quienes les tocó vivir.
Eternas discuciones como el saber a quién le ha sonreído más la vida, si a aquel primo que, maestro de filosofía, apenas sobrevive con el sueldo de sus clases o al otro que no estudió y a quien económicamente le va bien como editor de programas en la televisión.
--Yo soy más chingón que tú, pues aunque no tengo dinero, soy más inteligente.
--Pero la inteligencia no te da de comer, cabrón...
Discusiones que muchas veces, casi llegan a los golpes.
Como el terreno en donde viven ha sido dividido por órdenes de la abuela, una preocupación tiene esta familia: ¿qué pasará cuando ella muera?

V. Los Ballesteros andan mal, dicen sus vecinos de la colonia Arenal, allá por el aeropuerto. Ellos tienen un rito, un rito extraño, tan extraños como ellos mismos.
La gente normal, dicen los vecinos, escuchamos música en nuestras grabadoras y los más, noticieros. Pero los Ballesteros se reúnen, todos, los fines de semana frente a ese zaguán lleno de moho para festejar y ovacionar a su equipo favorito: la Chivas.
No es que escuchen cada semana los partidos de futbol del Guadalajara. No. Ellos grabaron la semifinal de 1983 entre las Chivas y las ya Aguilas del América. Y escuchan, a todo volumen, cómo su equipo venció al de Coapa por tres goles a cero. Han grabado, desde entonces, cada clásico para escucharlo una y otra vez en familia.
Rito que congrega desde el abuelo hasta al más pequeño de los nietos.
Rito que tiene cerveza, papas, pulque, bisteces, dulces, mamilas... y golpes.
Porque nadie, absolutamente nadie, puede contradecirlos.
Y si alguien, por ignorancia, lo hace, recibirá una tremenda paliza que lo enviará, mínimo, una semana al hospital.
Y presumen:
--Ayer me pelié con un hijo de la chingada. Hubiera visto, le azoté la cabeza contra una coladera.... Y a otro le pegué con un boxer que tenemos... ¿Ta' chido, no?
Son 30 los que habitan en esa casucha.
El abuelo-padre-jefe-trabajador-borracho es electrisista. Todos han llevado la misma escuela:
La mamá: mujer delgada de voz chillona. Ella dice, "nunca pude controlar a mis hijos... Son unos demonios... Pero así los quiero y a pesar de todo son buenos hijos...".
Silvia, hija mayor: se casó a los 17 años y tiene 3 hijos. Lava ropa ajena. Su esposo, no trabaja.
La chiquis: ella mejoró el récord: abandonó su hogar a los 15 y tiene cuatro hijas. Su marido, en la cárcel.
Javier: Un hombre desquiciado: su deseo diario es pelearse con la demás gente.
El Pelón: vive de lo que se esposa logra juntar con sus padres. No tienen hijos.
Francisco: pertenecía a la judicial. Pero se robó a una mujer. Y está huyendo. Dicen vivir felices.
El Mane: sólo terminó la secundaria. Es un alcohólico en potencia.
El Coco: mira el declive de su familia. Piensa irse a Estados Unidos.
Los sobrinos: son 10 o 12. Unos próximos a casarse, otros a seguir robando, algunos a estudiar y los más a jugar futbol en la calle.
Los nietos, peligrosos: les pegan a los demás niños. No les gusta convidar.
El abuelo:
"Esta familia es retebonita. Me ha costado mucho sacarlos adelante, como usted lo puede ver".

VI. El Chispiro, dicen, es la base de su familia.
Y en esa familia no hay nombres, puros apodos.
Allá por Santa Martha Acatitla el Chispiro, o sea José Luis, mantiene a cerca de 35 miembros.
El es amo y señor de los deshuesaderos de Ermita Iztapalapa.
Sobrinos, hermanos, padres, primos, tíos y demás son empleados directos de José Luis.
A todos, alguna vez, les han llegado los agentes.
Los padres de José Luis emigraron de Puebla y pronto vieron en progreso de su hijo mayor: el Chispiro tenía ya un local en Ermita Iztapalapa.
Y también pronto, los demás hijos se casaron, abandonaron y se volvieron a casar.
José Luis tiene cinco hijos. Dos de ellos, los más chicos --"y los que me salieron retelistos"-- le ayudan a desmantelar los autos. Otros dos, las mujeres, van a la escuela. Y el último, medio afeminado, está traumado porque José Luis le pega constantemente: "Yo no quiero maricones en mi casa".
Los hermanos de José Luis: uno, el Chaparro, en Estados Unidos: lo busca la justicia; otra, la Toña, acaba de levantar una demanda en contra de su esposo por abandono de hogar; la Rosi, atiende una refaccionaria junto con su esposo el Guajolote y sus hijos El Toño y el Huguín, aunque estos dos últimos se dedican más a acompañar a José Luis; el Gato, hace sus bisssnes en la Buenos Aires junto con sus tres hijos, los Gatitos; y la Luisina, tiene una hija enferma: su esposo, el Callo, es un adicto a las drogas.
La casa: está en una esquina. Sus paredes son rosas y sin ventanas: tienen unos plásticos todos "hechos bola" que apenas y mitigan el frío.
La casa por dentro: sucia, como ella sola. Pero con muebles lujosos y un sótano que abarca todo el terreno donde el Chispiro guarda autos completos; destartalados, por supuesto.
Cuando los agentes han llegado a su hogar, la familia se vuelve una sola: "Entren, hijos de la chingada, entren y verán lo que les pasa... ¡Guajolote, tráite la pistola!..".
Es una familia de guerra.
Y una guerra es la que tienen con otra familia: la de enfrente.
Cada vez que un miembro de una arroja una mirada contra alguien de la otra, agárrense vecinos, porque la batalla, con pistolas y palos, empezará.
El Chispiro:
"No tenemos una familia normal, lo sabemos, pero ái la llevamos, ¿no?...".

VII. Imagínese, joven, lo que significa la unión familiar en mis condiciones. Yo creo que si mis demás hijos y mi esposa no nos vinieran a ver ya estaríamos muertos. Cuando entré aquí, hace casi dos años, dije: ahora sí ya se amoló la familia. Y es que, creo, el error fue llegar a vivir a aquella colonia: San Miguel Teotongo, ¿la conoce? Está allá por la cárcel de Santa Martha. Colonia cabrona, muy peligrosa. Pero ya ve, uno siempre piensa en superarse, ¿no? y es que mi esposa y yo ya estábamos cansados de vivir en casa de mis suegros, allá por la Ejército de Oriente. Un día le dije a mi vieja: sábes qué, me ofrecen un terrenito en una colonia prole, ¿cómo ves? A ella hasta se le iluminaron los ojos. Yo creo que ya le urgía que los hijos de sus hermanas dejaran de molestar a los nuestros. Así que ahorramos un poquito y dimos el enganche. La colonia, a simple vista, era como una más de las colonias pobres de la ciudad, así que luego luego comenzamos a construir. Fueron mis cuates los que me dijeron: "Oye, ahí donde vives está grueso, a poco no". Y la verdad yo ni cuenta me daba. Hasta que sí, comencé a notar que algo no caminaba bien allí. Muchas pandillas, muchos jovencitos drogándose. Imagínese, en las escuelas del rumbo, ya sean primarias o secundarias, hay una señora que sale a vender con su carrito del mandado y unas cajas de cartón. Los niños nomás la ven y le hacen bola para comprarle. Yo, que la veía casi todos los días por las calles de tierra de la colonia, ya hasta la saludaba. Hasta que un vale me dijo: ¿sabes qué vende la ruca?: activo. ¿Activo? le pregunté yo medio ingenuo, y me explicó que eso es una especie de thiner o algo así que embrutece a los chamacos. Peor que el resistol cinco mil, peor que el flexo. Como la colonia está en un cerro, un día subió a surtir a la tiendita un camión de refrescos y que apedrean a los choferes y todos salieron de sus casas a robarse lo que encontraran del camión. Hubo dos cosas que me alertaron: una vez, regresando de la chamba vi que en un lote baldío estaban violando a una chamaca. Me acerqué y nomás oí el cartucho de la pistola y una voz: "Ni lo intentes, viejito, llégale...". Y pues la verdad, para qué me quedaba. En otra ocasión mi chavo, el más pequeño, llegó de la secundaria como intoxicado. Algo que comió, pensé. Pero no: sus cuates en la escuela ya lo habían comenzado a drogar. Por eso, yo que siempre pensaba en la familia, empecé a ahorrar para irnos cuanto antes de ahí. No nos dio tiempo. Mi otro hijo, Raúl, se fue a una fiesta, y regresó, muy tarde, corriendo. Lo perseguían como 15 pandilleros. Hubo un alboroto y sucedió: de quién sabe dónde mi hijo sacó un cuchillo y mató a uno de ellos: el Ranas. Como mi hijo huyó a mi me detuvieron, me juzgaron y me procesaron: los testigos dicen que fui yo. A los pocos meses a él también lo agarraron, pero le echan siete muertos. Yo voy a estar aquí 11 años, él todavía no sabe. Lo bueno de todo esto es que mi esposa comprende. Nos ha prometido esperar a que salgamos. Ojalá y cuando esto suceda podamos recomponer a la familia.

VIII. Creo que el declive empezó cuando murió papá.
Porque en ese entonces éramos una familia unida, sin broncas. Ora sí como quien dice, una familia normal.
Somos 9 hermanos, seis ya casados y todos con un par de hijos.
Cada ocho días, cuando vivía papá, nos reuniámos en casa, a platicar nuestros problemas, a festejar el nuevo negocio de papá --bienes raíces, taxis, tintorería-- o el cumpleaños de fulanito. Y los domingos, a desayunar e irnos la mayor parte del día a donde cayera.
--Somos una familia y siempre lo tenemos que ser...--, solía decir papá.
Pero un día el cáncer lo mató.
Y algo, algo sucedió con nosotros.
Mi hermano mayor, Beto, tomó las riendas junto con mamá. Y para empezar nos cambiamos de casa. Fuimos a parar a Villa Coapa.
Pero Beto fue más allá: continuó los negocios de mi padre y ahora, válgame las expresiones, es rico, poderoso y mamón. Nadie lo soporta. Con decirles que en la casa donde vivíamos --ya en Villa Coapa-- era de él y nos echó a la calle que dizque para hacer unas oficinas. Ni que se estuviera muriendo de hambre.
La segunda hermana, Leticia, prefirió irse a vivir a Mérida y sólo la vemos en Navidad.
El siguiente: Germán, visita más a la familia de su esposa que a nosotros. No lo culpamos. El siempre fue así, pero cuando estaba papá... ¡ah qué tiempos aquellos!
El otro: Pepe, acaba de contraer nupcias. Debo confesar que él nos levantó el ánimo muchas veces... ¿por qué se casó?
La otra: Miriam, salió embarazada. Su pareja la apoyó. Y aunque dicen vivir felices, hace poco tuvieron problemas: Luis, su marido, la engañaba con otra. Pero en fin, sabemos que mi hermana está loca... Ahora vivimos en su departamento.
La otra: Sonia, se casó con un hombre 10 años mayor que ella. Le ha ido de la fregada; su situación financiera no es acogedora... Si viviera papá ya los habría ayudado.
La otra: Martha. Iba a casarse, pero su novio la dejó de un derepente. Creo que eso le afectó y ahora, creemos, se va a quedar a vestir santos. Siempre anda con mamá. Parece su lazarillo.
El otro: Oscar. ¡Uff! qué puedo decir de él. Que es mentiroso, que es un alcóholico, que tiene una novia que le pega, que le teme a que un día su novia lo deje por otro, que cuando habla por teléfono con su novia sólo es para pelearse y Oscar se pega en la pared, que no estudia, que dizque trabaja, que nunca está en la casa, que fuma mariguana, que ha estado varias veces en el hospital, que quiere mucho a los sobrinos, que le ha jurado y perjurado a mamá no volver a tomar, que está loco...
Y yo: Luis. No me puedo autocriticar porque ocultaría muchas cosas. Pero puedes ver que soy güevon, medio pasguato para hacer las cosas, que me han hablado mis tres novias, que mis cuates me hablan para que chupemos el viernes entrante, que me gusta el futbol, que le voy a los Pumas, que me choca vivir en este departamento con 8 miembros, que odio a Beto y que deseo que papá viviera.

IX. Nunca nos ha gustado contar nuestras cosas.
Pero te lo digo a ti, porque eres mi novio.
¿Te acuerdas cuando Andrea fue secuestrada por su novio?
¡Qué barbaridad!
Bueno, pues toda la colonia, la 20 de Noviembre, ya corría el chisme:
--Que la violó... Que se fueron porque su papá no quería que se casaran... Que ella ya no aguntaba a su papá...
Ya sabes, puros chismes.
La verdad es que ese mono se la llevó a fuerza. Andrea nos contó. Papá quería matar a aquel tipo. Mamá se derrumbó moralmente. Mis otras dos hermanas, asustadas. Y yo, preocupada. Sabes que Andrea y yo siempre hemos sido muy unidas.
Creo, desde ese entonces, fuimos una familia.
Antes papá no nos dejaba salir. Ahora ya hasta Texcoco nos vamos y no hay problema.
Antes papá nos pegaba. Hoy prefiere salir a caminar cuando está enojado con nosotras.
Antes papá no admitía novios en la casa. Hoy, ya entraste tú. Y te fue bien.
Y cosas así por el estilo.
Pero lo único que no ha cambiado es la preferencia de papá por nuestra hermana mayor. Si ella dice que es verde, es verde y ni quien alegue.
También las relaciones prematrimoniales en casa están prohibidas. Yo creo que es normal, pero mis papás, educados a la antigüita, no lo ven así. Así que si saben lo de nosotros, imagínate.
Nunca hablamos de los problemas familiares, ni si tenemos o no nero ni que tenemos una casa con alberca ni que somos de Arandas ni que tenemos un tío que lo engaña su mujer ni nada.
Aquí en la colonia todo mundo es chismoso. Nosotros nos abstenemos. Verás que casi a nadie le hablamos aquí. Papá nos dice que le gente es muy traicionera y que es mejor solucionar nuestros problemas nosotros mismos.
Espero que tú nunca me traiciones...

X. Siempre los veo preocupados. Siempre están pensando la manera de odiar más a papá. Sí, estoy hablando de mis hermanos. Mis padres llevan un rencor aún peor que el de ellos. Alex y Jorge, mis brothers, cargan consigo un profundo complejo de Edipo, mamitis pues. Es tan enfermizo que contagian a toda la familia. En síntesis, las relaciones en esta casa son un inentendible círculo vicioso: mamá se queja de las infidelidades de papá, que las hay; papá se queja de la incomprensión de todo mundo, más de su esposa; Alex vive enamorado de sus dos novias y de la protección de mamá; Jorge vive idiotizado de la misma admiración por mamá, y yo soy sólo para ellos un pinche egoísta, ingrato que no los pela cuando tienen sus problemas de familia. Pero, en esta casa es más sano aislarse de esas relaciones sadomasoquistas que formar parte de ellas, y es lo que mi familia no entiende de ese modo. Papá es alcohólico y eso de plano ha dañado mucho a mis hermanos y a mamá, creo que de ahí parte todo este círculo vicioso, pero si a eso le agregan el masoquismo de mi madre y el de mis brothers, ¡imagínense! Pero en fin, este es un sencillo cuadro de una familia que no debe de ser así. Ninguna familia debe de ser así. Deveras que vivo soñando con una familia normal, deveras creo que puede existir, pero sólo con tesón y una buena educación desde la raíz se podrá lograr. Creo que si todos nos sentáramos a platicar y ayudarnos mutuamente podríamos lograrlo. Pero también en esos mismos sueños diurnos, me doy cuenta que es demasiado tarde, estamos tan dentro del problema y carecemos tanto de voluntad que todo suena a eso: un sueño. Finalmente, cuando me doy por vencido por luchar por una familia normal, me pregunto: bueno, ¿y quién la tiene, Dios mío...? Hace años recibí atención psicoanalítica, mi doctor me sacó de esas broncas familiares, y no pienso regresar a ellas. No es que yo esté bien y mi familia loca. Lo que sucede es que todos estamos neuróticos de diferente forma. Mis hermanos, por ejemplo, acusan a mi padre de los vicios que ellos mismos tienen. Y yo, honestamente vivo harto de sus constantes quejas. Lo peor es que todos creen darse cuenta de los errores sólo del que está a su lado o en frente. La verdad, la que más me enferma es mi madre. Por otra parte, estos cuatro miembros de familia son un profundo misterio cuando de hablar con la verdad se trata, todos mienten, mienten, mienten, como si el de al lado fuese su peor enemigo, y eso me enferma todavía más. Ah, pero yo soy el malo por no apoyarlos en estas broncas de familia, honestamente por mi salud mental nunca lo haría. Agrégenle a esto las parejas de mis hermanos, tan mentirosas e infieles, colmilludas y enfermas como ellos, la hija de mi hermano mayor, Jorge, que apenas tiene cuatro años, también contribuye, con sus acciones caprichosas, a arrojarle más leña al fuego. Pero, en fin, esta es una familia que no debe de ser así, todos deberíamos ser normales. Pero me consuelo: Jesúcristo, ¿quiénes lo son?